lunes, 17 de junio de 2013

El ruido y la furia


Consumes tanta cerveza como aceite tu coche. Más o menos, dos litros a la semana. Pero eso depende del día. Hay veces que más. 
Los rodamientos del coche hacen tanto ruido como tus rodillas. Y sabes que no es artrosis,  sino bailes de puntillas al amanecer. Si un coche no te aguanta una noche de fiesta, es mejor que lo des por perdido.
Abandonas el coche, te quitas los tacones y te calzas un casco en la cabeza. El casco es negro, por supuesto. Luego levantas la pierna derecha, ajustas bien el culo en el asiento y empujas con el talón izquierdo hacia atrás el cabestrillo en el que apoya la rueda trasera después de darle al contacto. 
La moto arranca, metes la primera velocidad con la mano izquierda y con la derecha aceleras. 
No era tan difícil, te dices. 
Hay veces que el ruido tiene que superar a la furia

viernes, 7 de junio de 2013

Dos cabalgan juntos

No son horas de escribir un post. Al menos no son tus horas habituales. Pero tampoco es hora de abrir una lata y sentarte a pensar en qué vas a hacer con lo que queda del día. Deberías irte a dormir, te dices, pero malditas las ganas de perderte de nuevo el sol. La gente, a estas horas, entra en las cafeterías, pide una tostada con aceite y se castiga por pensar que ojalá no tuviera que ir a trabajar. Con la que está cayendo.

Un cortado, en vaso, largo de café y con leche fría. La ciudad  se llena de voces que piden cafés imposibles de memorizar, porras, pinchos de tortilla y algún que otro carajillo de whisky. La ciudad se vuelve loca entre pitos y tertulias radiofónicas que suenan a flautas y cada conductor pilota en su propio Hamelin.
Tú pilotas en el carril bus, un motorista justiciero para junto a tu ventanilla y te dice que ese carril no es el tuyo, que no deberías conducir por ahí. Te lo dice a gritos en hora punta.
Lo sé, le contestas. Y con vocalizar los monosílabos te entiende. Total, él va con casco y tú con la música a todo lo que da. ¿Te apetecería partirle la cara? No lo creo, no es tu estilo. Además están pinchando en Radio 3 el jardín botánico y tienes un máster en oportunidades perdidas.
El autobús arranca y él sigue con su monólogo. Momento perfecto para colarte delante.

No son horas de escribir un post ni de lamentarte sobre si perdiste la furia. Te queda el ruido de una ciudad que no se compadece de tus dedos, doloridos tras doce horas de tecleo infernal.
Todo es ruido hoy. O ayer, que no sabes en qué día vives porque ya no distingues si amanece, que no es poco, o no.
Amanece. Y tienes que dormir. Ya sé que no son horas, pero es mejor que ver en casa dos gatos que cabalgan juntos.

No, desde luego no son horas de escribir un post.