jueves, 8 de mayo de 2008

Un gato en la ventana


Escucha. Hay un gato junto a la ventana y desde la calle entra una ligera oscuridad que hace más intenso el resplandor de la lámpara interior. Sobre la banqueta alta tecleas con las piernas cruzadas. Llevas medias negras y un vestido negro. Cubres los hombros con una manta marrón. Sólo estás calentando los dedos, entrenando, buscando el tono adecuado. Y justo ahora empiezas a escribir.
¿Qué es? ¿Un cuento?
Ni idea. Se trata sólo de que alguien conozca esta historia.
Contar, por ejemplo, que vives angustiada, con una amenaza constante sobre tu cabeza. Sabes que si no escribes dos folios diarios Gilbert terminará contigo. Ya lo ha hecho con tus hombres y con tus amigos. Ha matado a todos. Y los que siguen vivos han desaparecido de tu lado. Gilbert vendrá en cualquier momento y pondrá fin a esas noches de drogas y alcohol con las que te empeñas en creerte que estás viva, que vives cosas especiales. No queda casi nadie. Apareció una noche en medio de una carretera y te prometió la luna a cambio de tu talento. ¿Quién es Gilbert? ¿Qué hace hombre a un hombre? ¿Y mujer a una mujer? Puedes comenzar tu historia. El modo en que termine dependerá de ti.

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