lunes, 2 de junio de 2008

Una habitación en Buenos Aires




He vuelto de Buenos Aires.
Si alguna vez me preguntan cuál es la ciudad en la que puedo encontrarme (que nada tiene que ver con perderme), diré que es Buenos Aires.
Tal vez me hayan secuestrado y tenga ese síndrome extraño que habla de Estocolmo.
Tal vez, cuando esté mejor que hoy, haga un sesudo análisis de la ciudad y publique un breve ensayo acerca de la creatividad que la atraviesa como una lanza.

Puede que entonces la diseccione, la retrate, la describa, la vulnere y, finalmente, la profane.

Otro día. No hoy.
Porque hoy, Buenos Aires, es para mi La Ciudad.


Cuando tengan un huequito, vayan al 1551 de Acuña de Figueroa.
Vayan a la habitación sin número, en cuya llave sólo pone "doors".
Entren, respiren y sientan.
Ahí estaré yo durante una temporada.

Si sus orgasmos son diferentes, no se preocupen, son mis orgasmos.
No le den vuelta tampoco al amor que sienten.
Es mi amor. En esa habitación hay magia.
Durante unos días, por favor, dejen que sea mi magia.

Me llamo Olivia.

2 comentarios:

Clara dijo...

Dicen que perdiéndose es la única manera de encontrarse, pero esas falacias llenas de verborrea vacía, solamente me suenan a rimas demagogas.
Como bien dices, sabes donde te has encontrado. Te has adueñado sobrenaturalmente de ese habitáculo y lo has convertido en una sala de simulación del Imax donde todo el mundo desearía perderse por un día (y no precisamente para encontrarse xD)

Encantada de conocerte, Olivia

Barbara dijo...

Hola Divina
Me gusta, sigue escribiendo
Un beso
P.D. el collar divino.