sábado, 27 de agosto de 2011

Si tienes el alma cogida con pinzas es normal que un sábado por la noche te lances a la calle con la intención de que la sábana que cuelga no se caiga. En situación tan delicada es imprescindible que te agarres a un buen brazo, un brazo fuerte, del que no tengas ninguna duda de que tiene biceps y tríceps para sostenerte si tropiezas. Hay brazos que no son dignos de agarrar en momentos de "no sé por dónde me da el aire". Los días buenos, esos días en los que luce el sol y te comerías el mundo, los brazos dan igual. Le dices que sí a cualquiera que te tienda un codo hueco para meter el brazo.
Pero hoy es noche de alto riesgo y me ha sido dado el antebrazo de mi amigo Pedro para pasear por la ciudad. Y el brazo de Pedro, como el de Danielle Auteil en "La chica del puente", me lleva hasta donde yo puedo ver esta noche. Veo primero una hamburguesa "Aretha Franklin" en el Peggi Sue; veo una cerveza en el Madrid, veo cómo la noche toma posiciones en los ojos de mis amigos; veo a un amigo llegado de Brasil; veo a otro gran amigo enamorado de la Cuba Libre; veo los ojos de un amigo de Marruecos que hoy tiene que trabajar. Y veo todo eso y me voy a casa. A contarle a la gente que, a veces, merece la pena tener el alma colgada de una pinza.

2 comentarios:

Unknown dijo...

preciosa tu pinza. Y triste, muy triste. Si la escritura es tu camino...quiero leerte más.

Sandrita dijo...

Esta noche y cada vez que no tengas a mano un brazo de esis de biceps y triceps yo soy tu pinza. Duerme tranquila y descuida que te sujeto fuerte.