domingo, 9 de marzo de 2014

Cena ligera para el domingo por la noche.

Empatizo con todo el mundo
Con el gato, con el yonki, con el perro, con la rata, con la araña, con los malos y los buenos.
Del colibrí me pone nerviosa su vuelo nervioso, pero también entiendo la prisa que lleva. Como el conejo de Alicia, que andaba estresado por llegar a ningún sitio.
Yo tampoco tengo destino, pero empatizo con el cielo y el infierno; con la gloria y con la fama; con tus ojos y mis labios.

Empatizo con el día que llegaste, con el que te eché y con la noche que te fuiste.
Empatizo con el limbo y con el limbo.
Empatizo con mi amigo, con su novia y con todo aquel que quiera matarme.
Le comprendo, la entiendo y te disculpo.
Cada uno tiene lo que tiene y vive con ello.
Empatizo con las yemas de Santa Teresa y con las ardillas que se las comen.
Me gustan las ardillas del Retiro, aunque odie el Retiro los domingos.
Empatizo con la lata, con el vaso, con el Bic y mi teclado, el pobre, que quisiera saber qué quiero decir cuando le digo que cuente lo que le cuento..
Empatizo con la orquídea, que le da por florecer, o no.
Empatizo con ella, con él, con ellos y ellas, con nosotros, con nosotras, con el infinito y con el más allá.
Y no me agoto de tanto como empatizo.
Empatizo también con las gallinas, pero hace años que no me como un huevo pasado por agua.
Cena perfecta para una noche soleada de domingo.
Si quiero sobrevivir, les tendrán que dar por el culo, al menos, a las gallinas.




No hay comentarios: