Algunos dirían que su polla, seguro, y otros que no. Y aunque yo tenga polla, me encuentro acosado por la pregunta de qué me hace ser lo que soy. Seguro que tras un paseo largo por mis apolíneas líneas masculinas, podría encontrar innumerables cosas que me hacen ser lo que soy. Pero sé que todas ellas no son una característica de mi ser hombre. Seguramente algunos podrán decir que lo que nos hace hombres es la capacidad de pensar en mujeres (y no precisamente vestidas) durante todo el día, o la de tener ganas de follar a todas horas (tengas pareja o no, lo hayas hecho o no). Pero te garantizo que hay mujeres más salidas que un hombre. Así que, vaya fiasco, fallé en la tentativa. Podría contar el placer que se siente al tirarse en el sillón después de un puta jornada de trabajo en mi puto trabajo de mierda a tomarme una cerveza fresca (heineken) o un vodka con naranja (absolut y siempre naranja), a tomarme algo, depende de lo puteante que haya sido el día acompañando en sus quehaceres a doña flor. Encenderme un cigarro y conseguir dejar la mente en blanco. Quizá eso sí sea algo que nos distinga de vosotras, ancestral gineceo, que nos hace sucumbir de placer y deseo, eso mismo, la capacidad de no pensar en nada, de dejar la mente en blanco completamente. Y ahora surgirán los gritos injuriosos de aquellos seres que sangran durante cuatro días y no se mueren. Sé que gritarán: "¡Simples! ¡Bobos!" y yo les diré: "No conocéis el placer de no pensar en nada".
Soy de las que piensa que llevar los órganos genitales fuera del cuerpo obliga a tener el sexo más presente. Pero no hay muchas más diferencias entre hombres y mujeres. Y no, los hombres no son simples en absoluto. Capacidad de concentración, diría yo. Y concentrarse en la nada, estoy de acuerdo, es un verdadero placer. Díselo a Dios, que creo el universo de la nada. Gracias por estar ahí.
3 comentarios:
la polla no desde luego
Algunos dirían que su polla, seguro, y otros que no. Y aunque yo tenga polla, me encuentro acosado por la pregunta de qué me hace ser lo que soy.
Seguro que tras un paseo largo por mis apolíneas líneas masculinas, podría encontrar innumerables cosas que me hacen ser lo que soy. Pero sé que todas ellas no son una característica de mi ser hombre.
Seguramente algunos podrán decir que lo que nos hace hombres es la capacidad de pensar en mujeres (y no precisamente vestidas) durante todo el día, o la de tener ganas de follar a todas horas (tengas pareja o no, lo hayas hecho o no). Pero te garantizo que hay mujeres más salidas que un hombre. Así que, vaya fiasco, fallé en la tentativa.
Podría contar el placer que se siente al tirarse en el sillón después de un puta jornada de trabajo en mi puto trabajo de mierda a tomarme una cerveza fresca (heineken) o un vodka con naranja (absolut y siempre naranja), a tomarme algo, depende de lo puteante que haya sido el día acompañando en sus quehaceres a doña flor. Encenderme un cigarro y conseguir dejar la mente en blanco.
Quizá eso sí sea algo que nos distinga de vosotras, ancestral gineceo, que nos hace sucumbir de placer y deseo, eso mismo, la capacidad de no pensar en nada, de dejar la mente en blanco completamente.
Y ahora surgirán los gritos injuriosos de aquellos seres que sangran durante cuatro días y no se mueren. Sé que gritarán: "¡Simples! ¡Bobos!" y yo les diré: "No conocéis el placer de no pensar en nada".
Soy de las que piensa que llevar los órganos genitales fuera del cuerpo obliga a tener el sexo más presente. Pero no hay muchas más diferencias entre hombres y mujeres. Y no, los hombres no son simples en absoluto. Capacidad de concentración, diría yo. Y concentrarse en la nada, estoy de acuerdo, es un verdadero placer. Díselo a Dios, que creo el universo de la nada.
Gracias por estar ahí.
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