lunes, 31 de diciembre de 2012

A veces, a veces ocurre

A veces te miras en la pared de casa y te reconoces colgada de ella. Cuelgas del cuello, o de la tráquea, que nunca se sabe. Pero no te sientes ahorcada.
A veces intentas dormir y las imágenes que hay en el gotelé te recuerdan que alguna vez el gotelé fue la moda de las casas modernas. Eso fue después de aquel incendio que arrasó toda la casa, excepto tu habitación. Por eso sigue colgando de ella, de tu habitación, que se salvó, una imagen que te recuerda quién eres.
Y hoy, que no tienes mucho tiempo, porque hay gente en tu salón a la espera de que suenen las campanadas de Sol, hoy te sientes tan feliz que esa sonrisa, que se empeña en sonreírte cada vez que te acuestas, es la misma sonrisa que te produce toda esta gente que está en tu salón.
Esta gente es con la que quieres morir, si es que hay que morir. De momento, vivís todos esta última noche de este último año que os ha tocado vivir.
¿Sabría el payaso que esa sonrisa suya del 72 sería la misma que llevarías hoy puesta al final del 12?
A veces, cuando menos te lo esperas, recuerdas quién eres.


2 comentarios:

Carlos dijo...

Los payasos sólo se pintan una sonrisa en cara. Lo digo en serio. Es más, la norma viene recogida en la declaración jurada que todo payaso firma cuando se gradúa. Una especie de juramento hipocrático, vamos.

Además, la sonrisa de un payaso es siempre la misma. En el espacio (sea este un Polichinela italiano, un Augusto alemán o un Mesié Loyal francés) y, también, en el tiempo (1972, 2012 o 2152).

Gracia Lacal dijo...

Veo que mi protagonista hizo el juramento de los payasos, porque sigue sonriendo, la mires cuando la mires.