lunes, 24 de febrero de 2014

Veintinueve de enero de 2014

Pensando estoy en irme a los Astilleros de Navantia -por pedir trabajo y eso-, cuando escucho que los chilenos van a construir allí un par de barcos-hoteles que darán trabajo a ochocientos empleados durante dos años y medio.
Especialistas en Metalurgia, piden.
No hay problema, me digo.Falsifico el curriculum, maquillo el sexo y la edad, y le pido a Fer que me consiga en el mercado negro un título en "Maestría en Aceros y Metales Nobles".
Treinta segundos después sale la imagen de un portavoz sindical y sus labios me largan al micro que, parados, en Vigo, hay, por lo menos, 25.000, así que Navantia no es la solución.

Valoro el dato y sigo adelante.

Descubro entonces que hay una vía laboral que no había explorado: Educación y editoriales de libros.
Me veo bien como editora de contenidos infantiles.
Pero ahí viene la segunda mala noticia del día: la Ley Wert ha cabreado tanto a los padres que pasará un quinquenio antes de que editemos nuevos libros aquellos que queremos hacer negocio con el Abecedario.
Pérfida es la vida que nos rodea y tal vez mi error esté en pensar que soy una obrera, una de esas hormigas que forman un gran microorganismo hecho de individuos que no piensan.
Abandono la educación, no me queda otra.
Pero no me siento incómoda.
No me gusta el pret a porter, así que me visto de alta costura nórdica y escucho a Mekel decir que los alemanes se jubilarán a los 63. Leo luego que mi madre, que tiene setenta, se podrá jubilar pronto en España.
Ni lo dudo, me voy a Alemania.
Pero tampoco me vale vivir en Alemania un veintinueve de enero cualquiera.
Hace frío allí.
Mucho frío.
Reflexiono.
Reflexiono...
Reflexionar, ese es mi trabajo ahora: "Consultora de Comunicación punk".
La idea es de Carmen e Ignacio, así que, ni tan mal.
Me relajo cuando doy con mi futuro frente a una pantalla de 52 pulgadas, me tiro junto a Fernando y dudo entre ponerme la máscara hidratante que me trajo Carmen de Singapur o abrir el libro de Amelie Nothom que hablaba de la "Metafísica de los tubos".
Bajo una piel nueva puedo soñar exactamente lo que quiero ser .
Y, para qué engañarnos, soy yo.

1 comentario:

carmen santos ds dijo...

me encanta y además soy parte del relato :D