martes, 24 de enero de 2012

Anticiclón

Interior. Día. Un apartamento en Chueca
Es invierno. Enero debe estar a punto de terminar. Una mujer, sentada en una banqueta blanca, toma café junto a la ventana de su apartamento. Tiene pinta de haberse levantado hace pocos minutos. Hay anticiclón y ella lee desnuda. El sol baña su cuerpo y, a juzgar por cómo frunce el ceño, el sol la deslumbra. Se levanta y hurga en el bolso que hay en la mesa. Saca unas gafas de sol y se las pone. Luego, enciende un cigarrillo y mira al cielo. Durante unos instantes no deja de miar al cielo.



Corta a



Exterior. Día. El cielo de Chueca.

En el sereno azul del cielo hay tres largas líneas blancas. Son las estelas de tres aviones. Por su grosor vemos la diferencia horaria con la que han sobrevolado la ciudad. A mayor grosor, más tiempo hace que pasaron por ahí.



Corta a

Interior. Día. El apartamento de Chueca

La mujer toma un sorbo de café y vuelve a su lectura. Al instante, levanta de nuevo la vista, pero ahora no mira al cielo. Algo la ha distraído. Dirige la cabeza a la derecha. Luego a la izquierda. Otra vez a la derecha. Inquieta, se levanta de la silla, gira sobre sus talones y ahoga un gesto de sobresalto. Hay una sombra de mujer tumbada en su hamaca blanca y, según todas las leyes de la física, no debería estar ahí.



Mujer

¿Qué haces ahí?

Sombra

Tomar el sol, igual que tú.

Mujer

Yo no estoy tomando el sol, estoy leyendo.

Sombra

Bueno, pues a mi no me apetece leer.

Mujer

No puedes hacer siempre lo que te dé la gana.

Sombra

Mira quién lo dice. La reina del me apetece y lo quiero ahora.

Te recuerdo que deberías estar escribiendo y no leyendo.

Mujer

Ya, bueno, estoy cansada.

Sombra

Yo también.

Mujer

(Airada)

Me voy a la ducha



Mujer sale de plano y Sombra empieza a silbar Birds, de los Eels. De fondo se escucha el sonido de la ducha. Sombra comienza a darse palmaditas en la rodilla, como si siguiera el ritmo de la canción. Al cabo de unos minutos Mujer entra de nuevo en plano. Esta vez lleva tacones, pitillos negros, cazadora de cuero y el pelo suelto.



Mujer

Me voy a trabajar, ¿vienes?



Sombra niega con la cabeza y sigue silbando. La Mujer hace una mueca de desagrado, coge el bolso y sale de plano. El portazo que escuchamos es mítico, pero Sombra ni se cantea. Unos instantes después, segura ya de que Mujer no volverá. Alarga el brazo, coge el ordenador portátil y empieza a escribir. El texto empieza así: "El día que tomé la decisión de convertirme en sombra independiente, en Madrid lucía el sol. Era uno de esos días de anticiclón de invierno que se instalan en la ciudad de cuando en cuando. Tenía un objetivo claro. Si ella no escribía, lo haría yo."



Funde a negro

1 comentario:

Lorena dijo...

Hay veces que el clima mismo te inspira. Yo recuerdo muchas tardes de viaje por Buenos Aires, en alguno de los apartamentos en Palermo que alquilé durante varios años, y había algunos que tenían balcones espectaculares, donde no podías hacer otra cosa que ponerte a escribir!
Lore