viernes, 10 de febrero de 2012

No se le puede pedir más al cielo

El hombre y la mujer se miraron, sonrieron y él la besó.
Se dio cuenta ella de que ese primer beso le concedía permiso, así que mantuvo los labios entreabiertos, la mirada fija en los ojos del otro y acumuló saliva bajo la lengua, como declarándose lista para ese segundo beso que llegaría al instante.  El beso que la haría flotar -de eso estaba segura-como hacen flotar los besos de vez en cuando.

La mujer tenía claro que después de ese segundo beso follarían. Y lo harían tratando de parecerse lo más posible a dos actores de la productora del Penthouse. Era así como follaban siempre. En ese instante previo al segundo beso, ella tuvo tiempo de pensar qué personaje interpretaría esa noche. Dudó entre el de gata agresivamente dulce o el de serpiente pasivamente excitada. Eligió el primero, tras calcular el tiempo que había transcurrido desde la ducha de la mañana. No había lugar a dudas. Tendría que ser ella quien hiciera sexo oral.

Veinte minutos después de que él le diera el segundo beso, el que había dado inicio a los únicos veinte minutos en que se comportarían como si se amaran, llegó el orgasmo. Primero el de ella. Instantes después el de él. Ella siempre conseguía que fuera así. O que lo pareciera.

Cuando recuperaron una respiración acompasada, ella le dio las gracias. "Gracias a ti", dijo él. y de nuevo volvió el silencio. Duró un par de segundos, pero a ella le dio tiempo a preguntarse qué buscaban ambos con aquellos encuentros. Obviando el sexo, el placer, la vanidad de sentirse deseados, el temblor del vientre durante el orgasmo y las drogas compartidas, no se le ocurrió ninguna otra razón para estar juntos.
- ¿Qué le dirías a una ducha?-, preguntó él.
- Que no se puede pedir más-, contestó ella.
Y se sintió como en ese cielo que cantaron los Talking Heads, en el 83.





3 comentarios:

toni prat dijo...

Este relato suena triste...no???

vmur dijo...

Sigue por favor, no dejes de enviarme los enlaces, es la mejor y más ilustrativa forma de seguir tu día a día.

Antonio Díez dijo...

acabo de subir el relato del otro día a mi blog, creo que me lo pediste, así que ahí está... un besazo compañera, salud!