martes, 16 de octubre de 2012

Habrá que encender el fuego

Un gato que se precie no deja nunca una botella de agua sin empujar con el hocico, sólo por el placer de ver cómo el agua se derrama. Puedes echarle la bronca mil veces, que él seguirá tirándola. Tú ya no te enfadas. Te limitas a levantarte, coger la fregona y deslizar el mocho por el suelo con aire distraído.
Así te crees que no le das importancia al asunto.
Tener un gato viviendo en casa enseña mucho. Por ejemplo, si el gato tiene ganas de dormir, no para de perseguirte hasta que te doblega en el sofá y logra apoyar su espalda en ese regazo tuyo que da tanto calor en posición embrionaria. Luego, cuando estás en el mejor de los sueños, te despierta, ronronea y no para hasta que la acaricias la cabeza. Tampoco importa si salta sobre tu comida, maúlla hasta el quejido porque quiere salir a la calle, o si decide volcar la maceta por quinta vez en el día. Sabes que el rosal no brotará, pero te importa un carajo.
Yo diría que, o tienes manga ancha o vivir con un gato te vuelve tolerante.
Equipara "tolerante" con "idiota" y te verás a ti misma. Verás al país entero convivir con gatos que se le suben a la chepa. Verás el mundo derrumbarse y tú pensarás que te enamoras sin moverte de la silla. Verás a la agencia Moody´s rebajarte la calificación como ciudadana. Ya no serás triple A en los próximos 10 años. Ni tú, ni la generación que te suceda. Verás, como dice Pedro, que ya no hay noticias como las conocimos, ni críticos que nos impulsen a pensar. Que tienen más importancia cuatro chinos que le roban al fisco unos millones que la huelga de educación; más valor un premio Nobel de la Paz a una Unión que ahoga, más que une, que un Nobel de Fisica a dos tipos que se dejan los ojos aislando un átomo que explique el universo cuántico. Y lo que es aún peor, tendrás la terrible duda de que en lo que llevamos de siglo todavía no hemos visto una obra maestra en el cine.

Normalmente, vivir con un gato te volverá indolente y, si dormitas en un mundo de idiotas, puede que no quieras levantarte del sillón. Pero también te otorgará el don de la curiosidad y comenzarás a empujar la botella con el pie, por ver el agua correr. En el tercer intento con éxito andarás aburrida y querrás saber más del agua y del cristal. Tu cerebro es más grande que el de un gato y pronto recordarás que el cristal muere siendo arena y el agua vapor. A tí, probablemente, la muerte te transforme en abono de rosal. Pero mientras llega ese momento preferirás ser Alicia antes que el hombre de hojalata. Entonces, cuando veas que un tipo se tira desde la estratosfera y que cien subsaharianos cruzar la verja de Melilla, te darás cuenta de que los héroes existen.
Luego, te levantarás del sofá que te mantiene inerte, te ajustarás bien el paracaídas y saltarás a la calle a luchar por lo que es tuyo.
Porque sabes que a este invierno, que se prevé seco y frío, le hará falta un buen fuego que te permita encontrar el camino de vuelta a casa.
Si es que la tienes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

“La soledad no es tan mala como se piensa, te permite escribir”
Patricia Highsmith

pilar dijo...

hoy es uno de esos dias en los que "toques de peus a terra", M'agrada...

carmen dijo...

Gracia me gusta mucho, es uno de mis favoritos. Tantas referencias a este mundo upsidedown, no solo el gato lo pone todo patas arriba.
Bueno amiga, paciencia, yo me levanto del sofá, me voy a militar y atacar la tarde. Volveremos al calor del hogar mientras haya leña.