martes, 4 de noviembre de 2008

Pura locura

Sólo ha durado unos segundos, la luz, me refiero, pero ha sido sorprendente. A punto de esconderse, el sol ha iluminado el edificio que hay frente a mi apartamento. El edificio es alto y blanco y la luz, al reflejarse en él, como si fuera la pantalla de un fotógrafo, ha rebotado y me ha dado directamente en los ojos. Me pregunto cuántos párpados se habrán cerrado hoy, cegados por el sol.
No hay ningún misterio en la luz del atardecer, pero sí en cómo las flores de la terraza han comenzado, inmediatamente después, a emanar un fuerte y dulce olor. No me haría estas preguntas si no anduviera sumergida desde hace tres horas en los mundos de varias dimensiones que relata "El fin de Mr. Y". He elegido el libro para salir un rato de mi propia mente, que a veces, como dijo ayer una mujer acerca del metro de SaoPaulo cuando entró a empujones en el vagón, me parece "pura locura". Igual que los libros, las flores y las luces que se reflejan en los rascacielos de esta ciudad.