lunes, 19 de enero de 2009

Olivia querría estar allí

Olivia ha despertado otra vez bañada en sudor. En los últimos días su cuerpo se vuelve agua por las noches. Su piel se licúa de tal modo que debe cambiar las sábanas cada mañana. Huele a almizcle y a Olivia le extraña, porque debería oler a azufre. Echa de menos el olor a azufre y recuerda que hace tiempo que no tiene noticias de Gilbert. Si hasta el mismo diablo la abandona para quedarse en una playa del litoral norte de Sao Paulo es que las cosas no andan muy bien. Hoy Olivia daría lo que fuera por firmar su contrato con el diablo. Hoy vendería su alma por un poco de concentración y por sentarse a su lado en ese banco que mira al Altántico desde la otra orilla.