lunes, 9 de agosto de 2021

Deseando cantar bajo la lluvia

Exterior. Madrugada de agosto.

¿Y si me abro? Si cojo impulso suficiente podré tensar el mecanismo que me mantiene cerrado y buscar al desalmado que me dejó aquí con pinta de imbécil, en esta tórrida noche de verano, sin saber qué hacer, ni para qué sirvo, si para sobrevolar tejados con mujeres que cuelgan de mí, para proteger de la lluvia o, y eso es lo que más me preocupa, para evitar que el sol le queme la cara a la gente. Porque, si ese es el caso, deberé pensar que llevo toda mi vida equivocado y que, definitivamente, no soy un paraguas, sino una sombrilla y, por lo tanto, tendré que hablar de mí en femenino y dejar de segregar la misma testosterona que, seguramente, ha nublado la mente del cabrón que me ha tirado en una esquina, que ni siquiera es esquina, frente al Gregorio Marañón.

Desde luego, si lo que quería el tipo en cuestión era crearme una crisis de identidad, lo está consiguiendo. Pero lo malo de esta situación absurda es que carezco por completo del sentido del tiempo. No del atmosférico, que tampoco estoy tan idiota (sé que hace calor, mucho calor, calor de esos que hace que el asfalto huela a asfalto caliente recién tirado), sino del tiempo tiempo tiempo. El tiempo que pasa, el que se va, el que hace que la vida empiece y termine; el que convierte el amor en convivencia cordial; el que arruga las caras y destensa los músculos de los culos más duros; el que te mira a los ojos y te dice que ya está, que ya pasó Tu Tiempo. Ese tiempo me tiene hecho mierda, porque no sé ni cuánto llevo aquí ni cuánto me queda.

Soy una suma de tela impermeable dispuesta de forma cóncava sobre una serie de varillas metálicas, que se abren y se cierran sobre un eje central accionando un simple ingenio que ahora me mantiene cerrado y en posición vertical. Estoy apoyado sobre una puntera de madera y coronado por una empuñadura que permite a la gente cogerme, elevarme sobre sus cabezas y protegerse. Eso es lo que sé de mí.
Tela, varillas, empuñadura. Tela, varillas, empuñadura.
Esa es mi letanía.
Dicen que dentro de poco lloverá. No estoy seguro. No sé si debería decir, no estoy segura.
Sólo sé que estoy deseando cantar bajo la lluvia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Has vuelto piccola! Que bueno.